Haciéndonos partícipes del Día de la Memoria hemos seleccionado un film argentino ambientado en esos años duros de nuestro país:
“LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS” (2016) de Andrea Testa, Francisco Márquez
Sería bueno preguntarse qué recurso audiovisual sirve para filmar la culpa. Para registrar en un personaje la carga que lleva consigo. Este comienzo de sublimación permanece inherente en La larga noche de Francisco Sanctis.
El personaje del título, hombre aburguesado, de desayuno en la cocina y beso a la esposa antes de partir al trabajo, se verá obligado a cambiar sus rutinas (la familia, el bar, la espera de un ascenso) por aquello que subyace aun cuando nunca es mencionado.
La modificación se da con una llamada telefónica. Con la aparición de una mujer -¿un amor?- y un pedido para el reencuentro con un ideal pretérito, que ya no es.
Allí aparecerá la noche. Vacua, amenazante, silenciosa. Esa noche perenne cuyo desarrollo definirá la posición en el mundo de Francisco. Un mundo de perros ladrando en la lejanía, de sombras que crecen a la vuelta de la esquina, de miradas sobre el hombro. Como si en eso se convirtiera el hombre comprometido.
En juego, dos vidas, para él anónimas. La culpa, astutamente, toma forma en rostros disímiles: el del miedo por un lado. El de la osadía, más joven, por el otro. La pregunta aparece inevitable: ¿cuánto hace falta para estar dispuesto a hacer lo necesario?
Por Martín Fraire