Ayer, 12 de octubre, se cumplió 100 años de la asunción de Hipólito Yrigoyen como Presidente de la Nación, tras las primeras elecciones libres de la historia argentina.
El ascenso de Yrigoyen estuvo impulsado por las clases medias, los inmigrantes, pero también por las clases populares que querían mejorar su situación social; y por los productores rurales y colonos del interior del país. El programa que desplegó el líder radical -a pesar de las dificultades de la economía de un mundo en guerra-, dio cuenta de esos anhelos.
Los objetivos que Yrigoyen se planteó son muy útiles para pensar el futuro, porque en la Argentina de hoy también vivimos un momento de cambio político y una demanda de dejar atrás un período de confrontación y de falta de respeto a la República. De nuevo, como entonces, es necesaria la primacía de la Ley.
Vivimos en un mundo de oportunidades que nos insta a mirar el futuro desde esos valores fundantes del radicalismo y de la democracia de los argentinos, que tanto tienen que ver con Yrigoyen: el respeto a la Constitución Nacional, la decencia, la honestidad y la lucha por la libertad y por la igualdad.
¡¡QUE VIVA HIPÓLITO YRIGOYEN Y EL PARTIDO RADICAL!!