El reconocimiento de los derechos humanos, a mi entender, es una muestra de humildad y grande es la dicha de aquel que es capaz de percibir la profundidad de estos, como lo es comprender aunque sea un ápice del Amor y vivirlo.
Dentro de los 30 artículos, me parece interesante destacar y analizar el Artículo 29:
“1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.”
He escuchado hablar mucho acerca de los derechos pero no de los deberes, y considero que uno puede exigir a medida que demuestra, cuando se es consecuente y a su vez, como lo indica el artículo también cuando se ponen límites con un fin educativo. Al corregirse será en beneficio de la persona y de la comunidad.
Por otro lado, tengo la impresión de que hay un aspecto muy significativo que subyace en los 30 artículos: el respeto, ya que cada uno de ellos se refiere a la actitud que se debe tener para con el otro y pienso que para lograr una actitud respetuosa es necesario sentir respeto por uno mismo. Por ejemplo: no tener la necesidad de ocultar el rostro en alguna marcha o de humillarse a expresar la naturaleza más baja o denigrante del ser humano, sino que identificarse y expresar cualidades y actos de nobleza que enaltecen, tales como: el perdón, la tolerancia, la honestidad y la bondad.
Concluyendo este análisis, pienso que es imprescindible hacer una introspección y ver si se está cumpliendo con los deberes.
Una manera simple de empezar es ver cuál es el modelo personal que se tiene en mente; para esto se me viene a la memoria un pensamiento reflexivo que leí en el libro Ciencia y Salud, escrito por Mary Baker Eddy, y que sigue resonando en mí: “El escultor se vuelve del mármol a su modelo a fin de perfeccionar su concepción. Todos somos escultores, elaborando variadas formas, modelando y cincelando el pensamiento. (…) Debemos formar modelos perfectos en el pensamiento y mirarlos continuamente, o nunca los tallaremos en vidas grandes y nobles.”
La eficacia de esto lo he podido comprobar cada vez que me aferro de manera mental a expresar el modelo que quiero llegar a ser.
Considero que cada ser humano es importante y forma parte de una sociedad. Aprender acerca de la espiritualidad, la moral y el amor son eslabones que promueven la libertad y los derechos intrínsecos del ser humano y cada uno puede demostrar estas cualidades de la mejor manera posible.
Claudia Honorato integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para Chile y escribe reflexiones acerca de la conexión que existe entre los pensamientos y la vida.
Por Claudia Honorato
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