El Dr. Ricardo Marionsini hace un análisis sustancioso sobre el Covid.
En una primera instancia, quiero afirmar que soy de los que tienen dudas sobre el origen del virus, de la falta de responsabilidad por una temprana alerta sanitaria mundial y pienso que existe información a la cual no tenemos acceso. También sé, que los investigadores son humanos y muchos no escapan a los sesgos e ideologías.
Estos tres interrogantes me planteo sobre la aparición del coronavirus:
¿Vino para enseñarnos a vivir (Espiritual – fe)?
¿Los cambios ambientales van modificando su hábitat natural (Mutación – reactivación)?
¿Alguien está reprogramando/direccionando nuestras vidas (nuevo orden mundial)?
Las incertidumbres a más de un año del inicio de esta epidemia son múltiples y el mayor enigma es no poder interpretar la respuesta inmuno-inflamatoria tan heterogénea en su presentación clínica.
Pudimos observar que los pacientes no sufren Covid-19 de manera uniforme, su evolución favorable o desfavorable puede ser reconocida por expresiones fenotípicas que hasta hoy “solo” orientan las intervenciones en los tratamientos delos infectados con riesgos.
Previo a un contagio no estamos en condiciones de saber la respuesta inapropiada en las funciones biológicas. Tampoco, explicar porque una persona infectada se transforma en un superpropagador (contagia a muchos) y otros sujetos infectados no trasmiten la enfermedad.
No se alcanza a comprender como nuestra inmunidad natural (primera línea de defensa) logra interferir el ingreso del virus a nuestro organismo para reproducirse. Por ejemplo, percibimos que muchos sujetos expuesto al contagio no se infectan o cursan la enfermedad sin percibirla, generando, además, un nivel de anticuerpos.
Tampoco se encuentra explicación a la ausencia de anticuerpos después de haber padecido la enfermedad demostrada (síntomas, laboratorio, imágenes y asistencia hospitalaria).
No todo es incertidumbre, el dato estadístico positivo es que la tasa de letalidad es menor a lo que decíamos en marzo/2020 y, además, hoy sabemos que hay pocos receptores (ACE2) en las células de las vías respiratorias que puedan hacer ingresar el virus (¿?).
Esta batalla hasta el momento la estamos perdiendo.
Los investigadores continúan trabajando buscando alternativas por una droga antiviral o una vacuna eficaz. Sin embargo, sabemos que una vacuna con eficiencia inmunitaria (capacidad de producción de anticuerpos), con margen de seguridad (sin efectos adversos importantes), masiva (al alcance de todos) y eficaz en el mundo real (su aplicación reduce los contagios y/o evita enfermedad grave y muertes), necesita tiempo.
Si bien el avance de la ciencia y de la tecnología nos permite alcanzar logros antes impensados, es aventurado acortar los plazos. Hoy existe una vacuna en “fase experimental con autorización de emergencia” (ninguna vacuna tiene aprobación) y estamos viendo escasos efectos adversos pero mayor a lo esperado (anafilaxias).
Es necesario entender que la emergencia sanitaria va a continuar y como se pudo observar, se viven realidades distintas en todo nuestro territorio. Es necesario mostrar responsabilidad individual y colectiva para no lamentar un colapso de las estructuras sanitarias.
Cambiar y mantener hábitos es dificultoso, demanda esfuerzo y es anti natural en nuestra cultura, pero no alcanza disminuir la cadena de contagios con el cuidado de pocos, como es utópico pensar en “cortar la cadena de contagio con los actuales recursos y conocimientos”.
Necesitamos cuidarnos y debemos hacerlo, persuadir a quienes tienen conductas antisociales (yo no me enfermo) e irracionales (no les interesa el interés colectivo) porque nadie se salva solo, y fundamentalmente saber que nuestro sistema de salud es frágil y limitado para una situación como la actual, lo que puede generar un desborde con facilidad.
No me estoy refiriendo a vivir con miedos y en soledad, todo lo contrario, el ser humano es un ser social, su fisiología está programada para relacionarse y estos vínculos deben continuar con mucha prudencia y respeto en un ámbito estrecho.
La única verdad que tenemos es la realidad, nuestra situación sanitaria, económica, social y política crea mucha incertidumbre en el corto plazo.
Disiento con el concepto de un “sistema de salud relajado”, fue un término inapropiado e inoportuno. El recurso humano del sistema de salud público y privado estuvo a la altura de las circunstancias con los medios de infraestructura e insumos disponibles.
Todos sabemos que además de Covid, existen patologías que se deben atender y dar solución porque sus urgencias generan muertes (cardíacas, cerebrales, accidentes, ginecológicas, oncológicas y otras) y por eso siento que hubo una falta el respeto a tanto esfuerzo responsable.
El personal sanitario es humano, es una profesión que involucra las emociones y es muy angustiante enfrentarse, diariamente, a una enfermedad que no terminamos de conocer, saber que nos podemos infectar con facilidad y también morir. Ese estrés a las situaciones vividas ha dejado huellas (psíquicas y/o físicas) que deberíamos respetar.
Por Ricardo Marionsini. DNI. 10721989.
ACEPTE SER VACUNADO.
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