Por primera vez en Argentina la Justicia llevó a juicio oral por homicidio al horticultor dueño del campo correntino lindante a la casa de un niño que murió por intoxicación de endosulfán. Increíblemente el tribunal dijo que el niño fue el culpable.
Cuando desde este sitio tratamos el tema de la fumigación siempre lo hicimos pensado en la ecuanimidad de reconocer el daño que causa los agroquímicos con su mala utilización por parte de quienes tienen la responsabilidad de aplicarlos.
Sabemos que habrá muchos actores especializada en poder determinar cómo, cuándo y de qué manera aplicar, o bien “no dejar aplicar” dichos elementos tóxicos.
Ahora bien, mientras legisladores siguen haciendo deambular por los cajones de los escritorios papeles y papeles que no encuentran un destino, hay jueces que dictaminan fundamentando de manera increíble.
Cuando se sabe que el endosulfán es un insecticida altamente tóxico, cuya elaboración y uso fue prohibido en el país desde julio de 2013. A mediados del años 2015, el Sr. Ricardo Prieto , fue procesado acusado de “homicidio culposo agravado y lesiones culposas agravadas en concurso ideal” por el Tribunal Penal Oral de Goya por el fallecimiento de Santiago Nicolás Arévalo (foto), de cuatro años, y el daño a su prima Celeste, que entonces tenía seis.
“La muerte de Nicolás ocurrió en abril de 2011 después de que metiera los pies en un vado a 30 metros de la casa donde vivía y donde drenaban los líquidos de la fumigación”…”La autopsia del hospital pediátrico Juan Pablo II de Corrientes fue determinante: el niño había fallecido por una intoxicación con endosulfán”. Mostraban los diarios de ese momento.
Hasta acá, se puede decir que todo encaja en la coherencia de lo que sería un dictamen que tendría una final entendible, pero el mundo del revés que muchas veces propone la justicia generó hace pocas horas un fallo poco descifrable.
Tras los pasos legales establecidos en el juicio, los magistrados intervinientes en las distintas instancias del proceso, dictaminaron la “absolución” del productor de tomates, fundamentando que el mismo NO fue culpable, entendiendo además, que Nicolás de cuatro añitos tenía conciencia del peligro al que se exponía.