Desde el Partido Comunista de nuestra ciudad se mostraron molestos al haberse enterado que la “placita” al Oeste de la ciudad podría cambiar de nombre cuando ya todos la identifican de esa manera
Referentes del PC de San Jorge, hicieron llegar a nuestra redacción inquietud sobre la posible imposición del nombre de “Domingo F. Sarmiento” a el espacio físico que se conoce como la “Placita del CHE” (Alte. Brown y Sata Fe) y que en muchas oportunidades el P.C. local utilizó para realizar distintos actos que incluyeron la pintada de murales en uno de los tapiales lindantes.
La inquietud llego a los oídos de Daniel Silber referente a nivel nacional del comunismo, quien envió una carta de apoyo a sus compañeros donde se explaya de manera interesante y contundente del porque a su entender la plaza no debería cambiar de nombre y donde solicita recapacitar a los funcionarios municipales .
Sarmiento y el Che
Aunque ambos están separados por casi un siglo de distancia y por otras cuestiones, si leemos la Historia Argentina con ojos abiertos, conciencia crítica y mente abierta, podemos encontrar numerosas similitudes entre Domingo Faustino Sarmiento y Ernesto Che Guevara.
Una de ellas es que ambos eran personas apasionadas; nada de lo que sucedía a su alrededor les resultaba indiferente. No miraban las cosas desde alguna “torre de cristal” o simplemente como observadores agudos e inteligentes. Como tales, tenían carácter y opinión. Y eso lo materializaban. ¿Cómo? Con el compromiso activo, poniendo cuerpo, alma y vida.
Otra coincidencia es la mirada amplia y punzante de ambos. Sarmiento pensó un país que estaba formándose. El Che pensó América como una sola. Ambos tuvieron una concepción estratégica del momento, superando los absurdos localismos y las mezquinas barreras de caudillos municipales.
Otra de las coincidencias: ambos eran militantes. Esto significa que el abrazo entusiasta y ardiente a las causas que cada uno de ellos asumió, lo hizo con poniendo todo: el cuerpo y la sabiduría, todas las energías y el arrojo necesarios para llevarlas adelante. En el diario La Nación (5-10-2012), el periodista e historiador Diego Valenzuela escribe un artículo muy interesante: “El uso político de Sarmiento”. En él dice: “… ¿Por qué combate Sarmiento en la prensa? ¿Acaso porque se sentía un periodista militante? «Soldado con la pluma o con la espada, combato para poder escribir», expuso el sanjuanino cuando era boletinero del Ejército Grande. De hecho, calificó a su Facundo como «una acción inmediata y militante» contra Rosas. Combatía para poder escribir y combatía a Rosas, en otra Argentina, con instituciones en formación y muy restringidos canales de expresión…” (el subrayado es nuestro)
Sarmiento fue, antes que nada, un político. Hizo política, se dedicó a la política. Como tal y como ser humano, cometió errores, tuvo aciertos, escribió cosas maravillosas y tuvo expresiones espeluznantes. Y todo porque fue, antes que nada, era un militante político. A Sarmiento hay que entenderlo en clave militante y no bajo ninguna concepción edulcorada o condescendiente. Era un hombre de su época.
Ni el uno ni el otro renegaron de algún instrumento para profundizar su lucha; ya lo dice el mismo Himno a Sarmiento: “Por ver grande a la Patria tu luchaste con la espada, con la pluma y la palabra.” (¡atención! a la construcción de la idea: lo primero que es enumera es…la espada). El Che, desde el Ministerio del Industrias en Cuba, en el discurso ante la OEA (1962) o en la guerrilla cubana o boliviana.
Esto nos lleva a que ambos fueron hombres de Estado; Sarmiento fue gobernador, ministro, presidente. El Che, ministro y presidente del Banco Central de Cuba.
Ambos, asimismo, debieron marcharse de su país de origen –el nuestro, Argentina- para defender sus ideales.
Entonces… ¿para qué designar con el nombre de Sarmiento a un sitio que fue revalorizado por un grupo de chicas y muchachos, haciendo una labor social que se prolonga en el tiempo, al cual auto designaron como “Placita del Che” y hoy es conocida de esa manera? Con ínfimos recursos –el principal de ellos: la decisión, el coraje y la voluntad -, en tiempos de egoísmos y estrechez, pusieron sobre la mesa algo muy preciado y poco ejercido: la solidaridad.
¿Por qué crear algo artificial, cuando lo natural hoy es la “Placita del Che”?
¿Por qué, habiendo tantas similitudes entre ambos hombres, denominar a ese espacio verde, potenciado por la actividad juvenil, con el nombre de quien ya tiene sobrados homenajes en calles, escuelas, bustos, aulas? ¿No sería una redundancia?
¿Por qué desconocer que centenares de vecinos han dado su apoyo a que se lo llame como se conoce a ese lugar: Placita del Che, e inventar algo que era inexistente –Plaza Sarmiento-, que obtuvo la adhesión de unas pocas decenas?
¿Será por algún temor oculto a que se recuerde y se traiga al presente el ejemplo siempre vivo de un revolucionario cabal –como San Martín, Belgrano o Moreno- que jamás traicionó sus ideales?
Designar como Che Guevara a ese lugar, ¿no es ampliar el horizonte político y cultural de la ciudadanía?
Sres. Concejales: asuman con valentía el mandato que depositó en ustedes el pueblo de San Jorge y denominen a la Placita del Che como lo que es: la Placita del Che.