Martín Maggiori, titular de la firma -La Barquita- en San Lorenzo (Sta. Fe), fue víctima de una maniobra bancaria que lo dejó endeudado por 86 millones de pesos, pese a no haber solicitado ningún crédito.
El préstamo fue gestionado y aprobado desde su cuenta del BBVA y transferido en minutos a cinco cuentas desconocidas. El banco solo respondió con un mail automático informando que el reclamo fue “insatisfactorio”.
El hecho ocurrió un viernes mientras Maggiori estaba de viaje laboral. Fue alertado por el gerente local del banco, quien le preguntó si había solicitado el crédito. La respuesta fue un rotundo no. Aclaró que jamás opera virtualmente en temas crediticios y que todas sus gestiones las hace con su ejecutivo de cuentas.
Aquel día, al ingresar al sistema bancario para pagar sueldos, apareció un cartel de actualización. Sin saberlo, en ese momento se activó el préstamo y su posterior dispersión a otras cuentas.
“La estafa fue desde dentro del sistema, no por hackeo”, insiste Maggiori. Poco después llegó la primera cuota: 12,5 millones de pesos. Inviable para cualquier pyme. Ante la falta de respuestas, acudió a la Justicia. Con el patrocinio del abogado Daniel Giordana logró una cautelar en 24 horas para frenar los débitos automáticos.
Según Maggiori, el fraude fue posible por los créditos preaprobados del banco, que se activan con apenas un clic. El empresario, critica la falta de controles y la actitud pasiva del BBVA, que no brindó explicaciones ni soluciones. Además, cuestiona el origen de las cuentas receptoras: “Algunos nombres parecen inventados. ¿Qué control hacen otros bancos al abrir cuentas?”
Más allá de su caso, Maggiori busca advertir sobre la vulnerabilidad del sistema financiero. “Si me pasó a mí, que tengo trato directo con los bancos, ¿qué queda para el resto?”, plantea. Y cierra con una advertencia: “El viernes a la tarde es el momento ideal para estas estafas. Yo quedé endeudado por 86 millones y nadie se hace cargo”.
Fuente: Periódico Síntesis