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El 75% comparte noticias sin leerlas, facilitando la propagación de desinformación

La sobrecarga informativa y la velocidad con la que interactuamos en el entorno digital han generado una peligrosa paradoja: nunca había sido tan sencillo acceder a la información, pero también nunca había sido tan superficial la forma en que la consumimos. Un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour pone cifras alarmantes sobre esta realidad: el 75% de las noticias compartidas en redes sociales son replicadas sin que el usuario haya leído siquiera una parte del contenido. Esta práctica, guiada por la urgencia y el sensacionalismo de los titulares, está fomentando un caldo de cultivo ideal para la propagación masiva de desinformación.

El fenómeno, aunque global, encuentra en Argentina un terreno particularmente fértil debido al contexto político polarizado. En un país donde la opinión pública se ve constantemente moldeada por titulares explosivos y narrativas divisivas, este comportamiento contribuye a consolidar burbujas de pensamiento que perpetúan la desinformación y minan el debate público informado.

La investigación revela que, al compartir sin leer, los usuarios actúan impulsados por un deseo de pertenencia y validación social. La mayoría de los clics recaen en titulares diseñados para captar atención en segundos, sin importar si el contenido corresponde a la promesa del encabezado. Esto no solo reduce la complejidad de los temas al nivel de un eslogan, sino que también refuerza narrativas que, muchas veces, son falsas o tergiversadas.

En Argentina, plataformas como X (antes Twitter) y Facebook son escenarios donde estas dinámicas alcanzan su pico durante la campaña presidencial. Estudios de la Universidad de Buenos Aires (UBA) demuestran que más del 60% de los usuarios formaron su opinión sobre temas como la dolarización basándose en titulares y no en análisis profundos.

Los algoritmos de las redes sociales, diseñados para maximizar el tiempo de permanencia en las plataformas, también son responsables de esta crisis. Promueven contenido que genera reacciones inmediatas, como enojo o sorpresa, priorizando interacciones sobre la verificación de hechos. La investigación de Nature confirma que los algoritmos amplifican el impacto de titulares sensacionalistas, generando cadenas de desinformación que se replican en cuestión de minutos.

Por Osvaldo Peralta