viernes, octubre 4

En un nuevo aniversario del nacimiento de Giordano Bruno, un 26 de septiembre de 1923 en Carlos Pellegrini, parece atinado recordar una de sus narraciones testimoniales, como una manera de aportar a la historia de nuestros pueblos.

 “Llegaban desde la Provincia de CORDOBA, en lentas carretas tiradas por mulas, en viajes lerdísimos donde iban visitando todos los pueblos que hallaban en su ruta, para vender el exquisito arrope que hacían con tunas y que traían en unos “odres” de cuero de chivos que cosían con el pelo hacia dentro”.  Así comienza “Los arroperos”, narración incluida en su libro -Relatos-, adonde describe a aquellos trashumantes increíbles que llegaban del Norte.  ¿Por qué insistimos en el valor testimonial de estos escritos?  Porque están basados en hechos reales. Pero no son textos históricos, sino literarios. Por eso son narraciones testimoniales.

Bruno, residente mucho tiempo en San Jorge pero nacido en Carlos Pellegrini, es autor también de la Antología de Poesías Piemontesas (traducidas al Castellano), además del mencionado libro Relatos, publicado en el año 2003 por Editorial El Aleph, de Córdoba capital y de un diccionario piemontés-italiano-español, inconcluso. Asimismo, es creador del Boletín “Rotando Noticias” y compilador de la “’Reseña Histórica’ por los 100 años de la Sociedad Italiana de San Jorge”, entre muchos otros trabajos similares.

 Las narraciones corresponden a su niñez y a su juventud y en ellas se nombran lugares, personajes y sucesos de Carlos Pellegrini y San Jorge en las décadas del 30/40.

Pero sigamos con sus palabras: “En mi memoria ha quedado grabado solamente el arrope que traían estos “changos” cordobeses, dado a que era lo que nos gustaba tanto, pero creo que en estas carretas se traían también nueces e higos secos serranos, que,  como escapaban al presupuesto familiar, nunca los  adquiríamos.- Muchos pibes de ese entonces(década del ’30) ni siquiera conocíamos que existían nueces, fruto que no se da en nuestra zona y creo que muchos de nosotros nos enteramos de su existencia ya bastante grandecitos!

Más adelante, habla de “su sacrificada vida en las carretas antiguas donde además de llevar sus odres, vivían durante los tres o cuatro meses que duraba su gira por la Provincia de Santa Fe, para vender su mercancía y volver a Córdoba con unos pocos pesos que le aliviaban el presupuesto por el resto del año (. . . .)  No recuerdo en que época dejaron de venir los arroperos, creo por allá por 1945 más o menos.-Posiblemente con el auge del turismo en la Provincia de Córdoba y la construcción de rutas pavimentadas, no fue ya posible viajar en forma tan rudimentaria. (….). Pero lo que sí debemos rescatar de nuestros tiempos y costumbres, es que ´los arroperos´ constituyeron toda una institución y eran esperados casi con ansias en todos los pueblos…”.  

Unos fragmentos, nada más, del relato “Los arroperos” de Giordano Bruno, que sirven para ilustrar el valor testimonial de estos escritos.  Ellos hacen nada menos que a la memoria colectiva, sostén y espejo de una sociedad.

Marta Bruno